¿Sabes por qué comemos palomitas de maíz en el cine?

¿Sabes por qué comemos palomitas de maíz en el cine?

El cine y las palomitas, una historia de amor que dura casi 90 años

 

Ir al cine y no comer palomitas es como ir a la piscina sin bañador. Asociamos al séptimo arte el aroma a mantequilla y maíz, y no concebimos otro snack para una tarde de butaca y película. Pero, ¿a qué se debe esta costumbre?

Nuestra pasión por las palomitas en el cine tiene su origen en una crisis: la Gran Depresión americana de 1929. Según cuenta un reportaje de la revista americana Smithsonian, hasta aquel momento el cine era un espectáculo de culto que se proyectaba en lujosos teatros, imitando el estilo de la ópera. Pero la llegada del sonido convirtió al séptimo arte en una opción de ocio para el público general: ya no era necesario saber leer para ver una película.

Llegada la crisis del 29, con millones de estadounidenses en el paro, ir al cine era uno de los pocos entretenimientos que la población se podía permitir. Y hacía falta llenarse el buche con algo para aprovechar la tarde sin gastar demasiado.

En un principio, los propietarios de las salas no permitían el acceso de comida al recinto: se ensuciaban las moquetas y se alejaba al público de clase alta de la sala. Pero en poco tiempo el cine empezó a recibir a un público masivo: en 1930 acudían a ver películas hasta 90 millones de personas por semana.

 

Una explosión de palomitas de maíz

Los vendedores ambulantes vieron un filón: las palomitas de maíz, un producto barato (la bolsa costaba entre 5 y 10 centavos), rico, que saciaba el hambre y que se podía comer en la sala con facilidad y sin manchar demasiado. Así que instalaron sus máquinas de palomitas en las puertas de los cines y comenzaron a vender sus cucuruchos de 'pop-corn'. Cuando los propietarios de las salas se percataron del negocio, firmaron acuerdos de cesión con los vendedores, permitiéndoles vender sus palomitas en la puerta del cine a cambio de una comisión. En la década de los años 30 la crisis avanzó, y las salas que mejor la superaron fueron aquellas que comenzaron a vender palomitas y otros aperitivos sin intermediarios.

Con la Segunda Guerra Mundial, el azúcar, un producto que se importaba desde otros países, comenzó a escasear. Así que los snacks dulces se convirtieron en un bien escaso, en beneficio de las palomitas de maíz, que se consolidaron como la merienda universal de los espectadores de películas. En 1945, más de la mitad de las palomitas de maíz que se consumían en Estados Unidos se tomaban en las salas de cine.

Desde entonces, la relación entre las palomitas y el cine es indisoluble.

Y tú, ¿por qué comes palomitas de maíz cuando vas al cine?

Posted on 04/03/2016 4672
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